RECUERDOS DE UNA INFANCIA

Cuán ingeniosa fue mi infancia
la calle, gris y calurosa, que
me llenaba de alegría;
cuando iba a, la gran escuela
que sigue con los mismos colores,
me retorcía entre los barrotes,
para no entrar, pues
dentro, había un sin fin de
cosas, que hacer a la llegada y
a la salida, y cuando
terminaban las clases,
el mar se precipitaba en
el portón poco ancho,
agua que ya quería salir
a su casa, para seguir jugando.
Y cuando llegaba a mi casa,
la comida aún caliente,
y otras veces, había que
esperarla, ya sea el patio
o la calle, jugando con los
amigos, el avión, el
trompo o el yo-yo,
presumiendo nuestra experiencia.
Ya en la noche tenía que
dormir, cansado y agitado
cubierto con tres mantas,
la tela, la losa y la
negrura encima de mi techo.

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